La pandemia del COVID-19 nos está dejando imágenes insólitas en muchos lugares del mundo: tiendas cerradas, calles vacías, parques cerrados… Durante estos días, la vida parece haberse parado. Ahora somos meros espectadores a través de nuestras terrazas o ventanas de los fenómenos que ocurren fuera. Porque sí, nosotros hemos parado, pero la vida florece en el exterior.
Cada vez son más países los que decretan la cuarentena para así intentar frenar el contagio del virus, que a día de hoy suma más de 390.000 casos a nivel global. Se ha reducido la afluencia de gente en prácticamente todos los países, el tráfico en las grandes ciudades y, en algunas industrias, también la producción. Esto ha tenido un efecto inmediato en el Medio Ambiente. Y es que, pese a la grave crisis que atravesamos, quedan algunas noticias positivas.
Menos contaminación
A raíz de este parón, son muchos los estudios que han señalado la disminución de la contaminación en grandes ciudades del mundo.
La primera noticia de este calibre nos llegaba desde China hace unas semanas. Un análisis llevado a cabo por Carbon Brief informaba que la disminución de la actividad en el país asiático podría haber reducido las emisiones de CO2 al menos en una cuarta parte. Los datos apuntaban a una disminución de 100 millones de toneladas del consumo de energía y de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, los ambientalistas advertían del carácter circunstancial y temporal de este fenómeno, pues una vez recuperada la normalidad, se espera un estímulo del gobierno para aumentar dicha producción y por lo tanto, volver a los niveles previos de contaminación.
Días más tarde, imágenes del satélite de la ESA Sentinel-5P mostraban la reducción de las emisiones de dióxido de nitrógeno en Italia tras el bloqueo derivado de la crisis del COVID-19. En un proceso muy similar al ocurrido en China, las emisiones en el país vecino cayeron en picado según el estudio, que tomó las muestras entre los días 1 de enero y 11 de marzo.
La disminución en este caso es evidente en la zona norte del país, la más afectada por el virus, ya que las restricciones de movimiento no se decretaron con carácter obligatorio en todo el país hasta el 10 de marzo.
En en el caso particular de Venecia, las consecuencias del aislamiento de la población, así como la drástica reducción del turismo, también han sido evidentes en sus aguas, con una notable disminución de la contaminación. Con menos tráfico en los canales, los sedimentos que arrastraban las embarcaciones han vuelto al fondo, reduciendo el agua turbia y se han vuelto más claras y cristalinas.
En cuanto a España, un estudio realizado por investigadores del Centro de Tecnologías Físicas la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) refleja una disminución del 64 % (de media) en los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2).
Las conclusiones de este estudio se han llevado a cabo tras el análisis de imágenes de satélite de la misión Sentinel-5P del programa Copernicus de la
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